Tu pequeño recién nacido seguramente requerirá alimentarse en la noche durante las primeras semanas. Esto se debe a que aún no distingue entre día y noche. Si es posible, puedes turnarte con tu pareja para alimentarlo si estás usando fórmula o leche materna extraída.

Alrededor de los tres meses, tu bebé comenzará a espaciar sus comidas y dormirá por periodos más largos en la noche. Ya para los seis meses, muchos bebés no necesitarán alimentarse en la noche, pues sus papillas del día les ayudan a mantenerse satisfechos.

A partir de los 6 meses, una papilla de cereales con leche antes de dormir puede mantener a tu bebé satisfecho durante más tiempo. Además, asegúrate de que coma suficiente durante el día para que se sienta saciado por la noche. A medida que introduzcas alimentos sólidos, puedes complementar con leche hasta que eventualmente la sustituyas por completo con alimentos sólidos.

Recuerda que las tomas nocturnas pueden convertirse en un hábito difícil de romper. Si tu bebé se despierta por la noche, puedes ofrecerle té sin azúcar para calmarlo, pero evita darle alimentos sólidos. Este hábito puede interrumpir su sueño y dañar sus dientes. Romper con este patrón requerirá tiempo y paciencia, pero valdrá la pena a largo plazo.

Finalmente, ten en cuenta que despertarse o llorar por la noche puede ser señal de varias cosas. Además del hambre, tu bebé podría tener sed, necesitar un cambio de pañal, estar experimentando la salida de los dientes, atravesando un periodo de crecimiento intenso, padeciendo alguna infección o simplemente liberando el estrés del día. Mantén rutinas diarias constantes que incluyan una cena temprana y actividades relajantes para favorecer un buen sueño.

Si tu bebé no desarrolla hábitos de sueño regulares rápidamente, ten paciencia. Cada bebé es único y encontrará su propio ritmo a su debido tiempo. Como mamá, prepárate para que tu sueño nocturno pueda interrumpirse con frecuencia durante los primeros años de vida de tu pequeño. ¡Ánimo! Estás haciendo un gran trabajo.